Un día más
-¿De verdad que no vamos a cumplir mínimamente bien un objetivo semestral? ¡Esta empresa no puede permitirse otro periodo tan mediocre! La reunión queda aplazada a la semana que viene.
Los ejecutivos abandonaron la sala de juntas de Tecnicor, S.A. e Isabel hundió la cara en sus manos mientras respiraba de forma profunda y pausada. Los resultados contables no eran tan malos, pero su carácter perfeccionista no le permitía relajarse lo más mínimo debido al exitoso historial que había cosechado: presidenta de la mayor empresa de desarrollo de Inteligencia Artificial del mundo y líder indiscutible del mercado de las tecnologías. Hacía tiempo que su gran rival, SH System, le pisaba los talones, aunque aún, permanecía lejos de sus resultados.
-Calixto, esta noche llegaré después de las 11. Dele la cena a los niños y acuéstelos.
Isabel colgó el teléfono tras hablar con su empleado de hogar. Apagó el proyector, se puso su chaqueta de Loewe, cogió su bolso de Carolina Herrera y abandonó la sala de juntas. Los pensamientos no paraban de venir a su mente mientras bajaba las escaleras de emergencia de la madrileña Torre Emperador.
Había trabajado muy duro para llegar hasta allí. Tras acabar la carrera de Administración y Dirección de Empresas con apenas 22 años decidió trabajar de becaria en el área de administración de el Banco Santander. Al principio no la tomaban en serio hasta que sus superiores vieron el potencial y la gran visión comercial que aportaba. Si no fuera porque decidió irse a vivir a Reino Unido para aprender inglés, seguramente en poco tiempo habría ascendido a jefa de planta. En las islas británicas empezó trabajando de camarera en un bar, pero al aprender en pocos meses a desenvolverse en inglés, no le costó trabajo encontrar trabajo en el área administrativa de Aston Martin. Allí, en los tres años que estuvo, ganó bastante dinero, invirtiendo este en un máster en Finanzas, Marketing y Ventas. Con este impecable currículum decidió probar suerte en una pequeña empresa que empezaba a hacerse hueco en el mundo de la emergente Inteligencia Artificial. Tenía apenas 28 años.
Y aquí estaba ella casi 20 años después y tras años de trabajo y demostrar una trayectoria impecable como consejera delegada en Tecnicor. Una trayectoria que no le había impedido ser madre y ascender en sus puestos anteriores al mostrar a toda la plantilla que era una pieza fundamental de la empresa. Al fin y al cabo eran líderes mundiales por la gran visión que había tenido todos esos años.
En esos pensamientos estaba Isabel cuando de repente notó como se le doblaba el tobillo y estrepitosamente empezó a caer hacia delante. Apenas le dio tiempo a poner las manos. Había sido todo muy rápido. Isabel casi no puedo reaccionar cuando vio a la velocidad a la que se aproximaba al suelo...
Abrió los ojos. Miguel lloraba desconsolado en la cuna. Se quitó la sábana rápidamente y se incorporó rápidamente. Notó algo de mareo. Un escalofrío recorrió su cuerpo, pues la casa estaba congelada. Hacía mucho tiempo que no pagaba la calefacción.
Miró hacia la ventana y vio cómo caía una fina llovizna en la mañana gris. Al ir hacia la cama de Miguel vio en la pequeña y desordenada mesa de escritorio la carta de despido y los papeles del SEPE. Le invadía un sentimiento de culpabilidad. Su antiguo jefe la miró con incomodidad cuando le dijo que estaba embarazada. Parecía que le habían perdonado la vida. Pero, ¿Qué podía hacer? Decidió casarse por amor y un año después todo se fue al traste. Tenía que cuidar de un niño pequeño que apenas le dejaba trabajar a media jornada en un empleo de 1.100 euros en el que no veía ninguna expectativa.
¿Debería haber dicho ante sus superiores que los piropos y esas caricias de Miguel, el jefe de marketing le hacían sentir incómoda? ¿Debería haber amenazado con tomar medidas legales? Esa fue la gota que colmó el vaso en la empresa de seguros en la que trabajaba.
Isabel cogió en brazos a un desconsolado Miguel. Mirando hacia el horizonte se preguntó qué habría sido de su vida si hubiese decidido estudiar Derecho en vez de Administración y Dirección de Empresas ¿Habría sido más respetada como abogada? Tal vez. Se sentó e intentó recordar el sueño que tuvo mientras dormía y que acababa de caer en el olvido.
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