Nunca pierdas tu simpatía


Este año de 2024 ha sido un ejercicio extraordinario para el orgullo de los segovianos. La atleta Águeda Marqués se clasificaba para la final de los 1.500 metros lisos en los Juegos Olímpicos de París, toda una hazaña para una pequeña ciudad que no está acostumbrada a los grandes éxitos deportivos desde que Pedro Delgado ganara el Tour de Francia en 1988. ¿Qué podríamos esperar por parte de la Opinión Pública ante un hecho tan extraordinario? Hay que recordar que esta atleta a un mes de la ceremonia ni siquiera sabía si iba poder participar en unos Juegos Olímpicos lo que hace ver el gran mérito que ha supuesto para esta deportista llegar a codearse con las mejores competidoras del mundo. Acostumbrados al lenguaje deportivo que impera en los medios de comunicación, podríamos intuir que la imagen general de Águeda sería la de una guerrera curtida en mil y una batallas que habría ganado su derecho a estar en el Olimpo de los Dioses. No hay más que observar el lenguaje que se utiliza en el fútbol: disparo, rival, épica, derrotas, victorias, defensa férrea, estrategia... términos con una carga bélica que cubren de una aureola de honor a todo deportista.

Sin embargo, en esta noticia que nos encontramos en la edición digital de El Norte de Castilla no nos encontramos con todos estos epítetos analizados anteriormente. Tenemos que fijarnos en su titular: Las perlas de Águeda Marqués, medalla de oro a la espontaneidad y en el subtítulo La atleta segoviana ha derrochado simpatía y naturalidad, lo que le ha convertido en uno de los grandes descubrimientos de los Juegos de París. Lo que sigue a continuación es toda un descripción acerca del agradable carácter de la atleta ante las cámaras. Adjetivos como maja, salada, naturalidad, generosidad, espontaneidad, simpatía, desparpajo, etc... son la tónica general de este escrito en el que las palabras a las que estamos acostumbrados en el lenguaje deportivo, prácticamente brillan por su ausencia. ¿Podríamos esperar lo mismo si el éxito hubiese sido cosechado por un atleta? Como hemos dicho anteriormente, seguramente habríamos dado con un texto cargado de adjetivos alabando la gran gesta deportiva del hipotético ganador.

Este texto refleja los roles en los que se educa a la sociedad de cara a la imagen que se quiere transmitir de hombres y mujeres. Una mujer puede ser exitosa en un gran evento deportivo, pero no por ello nunca puede perder su "feminidad". Una "feminidad" que en este caso está representada por los valores de simpatía, bondad, naturalidad, espontaneidad... Unos adjetivos que casan con la imagen de mujer sumisa y risueña que nunca cuestionará el liderazgo y braveza del macho dominante. Ante todo, una deportista deberá ser siempre una mujer y conservar su imagen de mujer. Por eso en este artículo se destacan estos valores frente a los valores que sí harían justicia a Águeda: sacrificio, lucha, pundonor, épica, sufrimiento etc...

Por ello, para conservar estos estereotipos que aún siguen lastrando a las mujeres, los medios deberán seguir esta estrategia. Una estrategia que siga premiando los éxitos deportivos masculinos con esa imagen clásica de bravo y valiente guerrero en el fragor de la batalla. Los medios nunca deberán crear una imagen de mujeres luchadoras y guerreras. Las mujeres nunca deberán perder esos estereotipos que las definen como serviles y cariñosas cuidadoras de los hombres guerreros. En este sentido, artículos como este reforzarán este estatus actual, es decir mientras se siga destacando los estereotipos femeninos frente a las verdaderas cualidades que definen a una deportista, se seguirán produciendo estas desigualdades de género que hemos analizado. Águeda podrá ser una aguerrida guerrera dispuesta a dejarse la piel por semejante hazaña. Pero nunca perderá su simpatía. 



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